«Y llegó el alma del Tebano Tiresias —en la mano su cetro de oro—, y me reconoció, y dijo: «"Hijo de Laertes, de linaje divino, Odiseo rico en ardides, ¿por qué has venido, desgraciado, abandonando la luz de Helios, para ver a los muertos y este lugar carente de goces? Apártate de la fosa y retira tu aguda espada para que beba de la sangre y te diga la verdad." (Odisea, XI)
Se viene el viento antes de la tormenta,
Los pájaros pasan como piedras
Saben que ya no pueden elevar,
Mientras llegan los paracaidistas congelados.
Un breve instante de pánico
Para la gente que camina por la calle.
Escucho el rugido del cielo,
y no solo se quebró por la luz de los relámpagos.
Quien dice "nada" en tierra seca, no llega a la orilla.
Quien dice "nada" en tierra seca, se llena de algas la boca.
Habrá que cruzar por el lado ciego de la melancolía,
Y aguantar la sed verdadera,
Habrá que tirar napalm en el alma,
Y aguantar el cuerpo quemado
Durante meses en un tacho de aceite,
No hay vuelta, ni techito para no mojarse,
Y mis ojos polares, mis ojos de granizo.
Ya se escuchan los motores de los bombarderos.
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